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Gipuzkoa 1936

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EGUNAREN ALBISTEA


GUIPUZCOANO

Asteazkena, 1936ko abuztuaren 19a

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COBARDIA Y TRAICION
El criminal bombardeo de que fué objeto ayer el vecindario donostiarra

Los barcos piratas “España” y “Almirante Cervera” lanzaron su metralla contra l apoblación civil indefensa. Cuatro muertos y 48 heridos en su mayor parte mujeres y niños.- La Casa de Maternidad medio destruida.- El “Almirante Cervera” fuera de combate.


¡Asesinos...!!
La barbarie fascista

Por segunda vez, en poco tiempo, San Sebastián ha sufrido la bárbara agresión fascista. Agresión despiadada, inhumana, que demuestra nuevamente el procedimiento empleado en esta guerra fratricida por ese conglomerado monarquizante y militarcida que dice luchar por un Civilización y por una España mejor y hasta en nombre de una religión.

Son estos procedimientos empleados por los rebeldes ejemplos prácticos que pueden servir de antecedente a lo que supondría un Gobierno de tipo dictatorial en los momentos actuales. El despotismo y el latigo serían sus mejores aliados. Inhumanos y crueles en sus principios, su mandato constituiría una opresión no comparable siquiera a la época del más profundo feudalismo.

No había desaparecido todavía la indignación que causó al vecindario el bombardeo de días pasados, por parte de la aviación criminal de los rebeldes, cuando los facciosos, de nuevo, han hecho gala de sus malvados instintos. Mujeres y niños, la población civil en suma, han sufrido hoy, como ayer, los efectos de la más bárbaras agresiones. Pero aún hay más, hay algo más cobarde, de más incomprensible ferocidad. Fué primero la aviación que tomó como objetivo el Hospital de sangre del Hotel Londres. Ha sido después la marina rebelde la que ha proyectado sus obuses sobre la Casa de Maternidad. Ni en un caso, ni en otro, existía objetivo militar alguno. Y los que así proceden sólo merecen un calificativo: ¡¡¡Asesinos!!!...

Pero, ¿qué es lo que se proponían estos salvajes con tales procedimientos? Matar por matar, sin respetar a los niños ni a las mujeres ni a las instituciones fundamentalmente benéficas y sujetas a toda clase de garantías en la convivencia intenarcional. Pero, ¿a qué grado de relajación moral han llegado? No es posible dar crédito a tanta maldad, y sin embargo es así.

¿Qué es lo que se proponían? ¿Amedrentar a la población? Error. Supino error. Táctica en absoluto equivocada. Si es esto lo que pretendían, el propósito no ha podido ser de resultados más contrarios a los obtenidos. Lo que han hecho ha sido excitar la sensibilidad de este pueblo sufrido, que se ha cansado ya de tolerar toda clase de vejámenes por parte de la reacción.

La población civil se subleva con tales procedimientos. Sienten quemar la sangre en sus venas y, crispados los nervios, quisiera hundir en el cieno a los que sin escrúpulos y sin pudor vierten su odio criminal sobre quienes no tienen en esta contienda más que una inclinación de su espíritu por una causa justa y noble. No se someta al pueblo por estos procedimientos. No. Ayer se puso bien de manifiesto. En la intensidad del cañoneo núcleos fuertes de la población auxiliaban a los heridos, mientras seguían silbando los obuses del cañón enemigo, con lágrimas de ira en la mejilla, el corazón doblado de dolor y los puños cerrados de noble indignación. No eran solamente los hombres; eran las mujeres y los niños los que temblaban de furor, y al tiempo que atendían a los caídos amenazaban con limpiar definitivamente la ciudad de los que mezclan sus sentimientos con la relajada sensibilidad facciosa, fascista y asesina.

¡Nunca! ¡Nunca! Entiéndanlo bien los que quieran creer lo contrario, puede rendirse una ciuidad por estos procedimientos. El valor se infunde en los pechos, se coge brío para la lucha, la resistencia se hace de acero. Habría de estar San Sebastián sitiada hasta su último límite y jamás se entregaría. Ayer lo oíamos decir por todas partes. No ha llegado aún nuestra última hora, pero si fuera así, nadie encontraría más que nuestros cadáveres. Entregarnos a esttos asesinos, ¡jamás!

En la situaciónen que nos encontramos, desahogados y animosos para la lucha, los bombardeos de estos días no han supuesto más que un elevamiento de la moral ciudadana, un aumento en las listas de alistamiento para enfrentarse con el enemigo, una reacción, en definitiva, en la vanguardia y en la retaguardia digna de todo respeto. ¡Ay del enemigo que despierta nuestro furor! Sientan temor de los que llenos de indignación van a la lucha dispuestos a vencer o morir. ¡No pasarán! ¡No!


COMIENZA EL BOMBARDEO
Para primera hora de la mañana ya se habían situado por delane de Urgull los malditos barcos piratas “España” y el “Almirante Cervera”. Parecía que ya había terminado la insensatez del bombardeo iniciado el día anterior al tenerse noticias de que en la madrugada el principal barco faccioso había marchado a Santander, cuya población bombardeó durante la madrugada. No fué así, por desgracia. Parece que los piratas no habían quedado satisfechos y que necesitaban sangre inocente para aplacar sus feroces instintos.

Antes de las nueve de la mañana la sirena de “El Pueblo Vasco” anunció un nuevo bombardeo. El vecindario se apresuró a guarecerse en las bodegas y los pisos bajos, de conformidad con las instrucciones facilitadas.

En competencia criminal el “Almirante Cervera” y el “España” hacían suceder sus cañonazos sobre la población. Sin miramiento alguno. Sin objetivo. Con el afán de sembrar el terror. Tan es cierto así que hemos de reconocer el propósito del día anterior efectivamente combativo. El día anterior hicieron sus disparos contra los fuertes de Guadalupe, de San Marcos y contra diversidad de baterías colocadas en nuestros mejores puestos. Ayer no. Ayer todos los disparos, cincuenta, setenta o cien, todos ellos fueron dirigidos a la Ciudad con un afán vesánico de destruírla y de segar vidas.

Se sucedían los disparos, interrumpidos por el fuego de nuestros cañones que contestaban con energía al enemigo. No había tregua para la lucha ni sosiego para la mujer que cobijaba en su regazo a los pequeños.

Los estampidos se sucedían y a cada minuto se conocían nuevos destrozos, nuevos crímenes. Funcionaba nperfectamente los servicios de los bomberos, las ambulancias, el orden público en suma, que manteniendo una gran serenidad atendían todos los auxilios precisos mientras el cañoneo continuaba.

A mediodía cesó el fuego y comenzaron a conocerse los estragos causados. El dolor había quedado sembrado en la Ciudad. Sería muy difícil precisar todos los daños causados, quizás imposible. Pero podemos ofrecer una referencia bastante aproximada de lo ocurrido.


En Gros y Atocha

Uno de los proyectiles fué a caer en la Casa de Maternidad, en Aldaconea. Constituyó este episodio un caso de dramatismo que exasperó a gran parte del vecindario inmediato. El obús o los obuses que allí cayeron dieron de plano en la parte alta del edificio y arrasaron las tres cuartas partes de los pisos altos que dan al Paseo de Atocha. Solamente quedó en pie el torreón y parte baja del inmueble. Los dos pisos altos quedaron reducidos a escombros. Fué una verdadera casualidad que no se produjeran víctimas. Como medida de precaución a todas las enfermas se las había trasladado a sótanos y planta baja. En la parte alta solo quedaban el administrador señor Astudillo y otros dos médicos. Ninguno de ellos sufrieron daños: Quedaron destrozadas las camas y todos los muebles de esta Institución.

Los efectos de la caída de estos obuses fué impresionante. Se produjo en los primeros momentos uno especie de llamarada que se trocó en el acto en una nuve de humo queenvolvería todo el edificio. Se creyó que se había producido un incendio y se avisó rápidamente a los bomberos que rápidamente acudieron a sofocarlo sin que tuviera que hacerlo por no haberse llegado a plantear el fuego.

Más de cien personas se congregaron en torno a la Casa de Maternidad para prestar auxilio a los heridos que hubiere. No hubo tampoco lugar a ello.

Las palabras de condenación se generalizaron y la indignación se exteriorizó en justas proporciones.

Otros obuses cayeron en el barrio de Eguía, frente a la Tabacalera, en las casas números 7 y 8 que han llevado hasta hace poco tiempo como dirección las letras X. Y Z. Los proyectiles cayeron en la parte posterior del edificio y los destrozos fueron enormes. La metralla derribó todas las paredes de los pisos desde el quinto al primero. Con estrépito y con polvareda imponentes producidos por los escombros. Se entremezclaba con el derrumbamiento, la ayes de la hida. Los muebles iban retirándose para colocarlos en la plazoleta situada frente a la Tabacalera, a las puertas del parque de María Cristina. Se iban extrayendo heridos y muertos que se iban conduciendo al Hospital. Dolor por todas partes.

Los vecinos ilesos eran cuidados en la Tabacalera, en donde se ha instalado un verdadero refugio, humano y cordial. El aspecto de la barriada no podía ser re mayor tristeza.

Otro obús cayó en la casa número 4 de la calle de Ronda. Un obús con espoleta rompedora ué a estrellarse contra el piso cuarto de la citada casa, trapasando el edificio por la altura del piso cuarto, para ir a a caer al primero, después de derrumbar por el interior los tabiques de los pisos intermedios y destrozar todos los muebles. Nadie se explicaba cómo había podido entrar, o por dónde habia entrado el obús en esta casa. Resultaron en esta casa dos vecinos heridos.

Otro de los proyectiles alcanzó una casa de la calle de Aguirre Miramón cuya netrada tiene por el paseo de Colón número 9. Entró por la parte alta del piso segundo. Rompió todo el balcón y traspasó tres tabiques, siendo verdaderamente sorprendente que no causara víctimas, pues los vecinos se encontraban en aquellos momentos en la cocina, comentando la bárbara acción de los traidores. Los cristales de casi todas las casas de la calle de Aguirre Miramón quedaron deshechos por efectos de la causada.

En la calle de Usandizaga fué alcanzada por otro obús las casas números 15 y 13. El obús, afortunadamente no hizo explosión y emprendió un largo recorrido por los tabiques de la parte trasera de dichas casas. Entró por el piso cuarto de la primera de las citadas casas y fué a morir al piso primero de la casa número 13. El ascensor y los peldaños de estas casas sufrieron graves quebrantos, viéndose los arquitectos obligados a ordenar el apuntalamiento de las paredes.

Un proyectil cayó en medio de la calle de Peña y Goñi esquina de la Avenida del Kursaal, quedó enterrado y sin explotar y hoy será extraído.

Otro de los obuses cayó a unos metros de la casa de nueva construcción del señor Altolaguirre, situada en la Avenida de Francia, esquina a la calle de Iztueta. Causó desperfectos en una esquina del edificio y la la metralla se extendió llegando a levantar una piedra del barandado sobre el río Urumea y otros lugares.


En la Concha y Amara

La metralla enemiga alcanzó también a la casa número 55 de la calle de San Martín, donde están instalados los almacenes y talleres del comercio “El Barato”. El proyectil alcanzó a la parte baja del edificio causando enormes destrozos en el portal y dando lugar a la muerte de una mujer joven que se hallaba embarazada. Este proyectil había llevado por delante la chimenea de un chalet de la Concha.

En la Concha fueron alcanzadas tres villas. La una señalada con el número 52 en la calle de Zubieta. El proyectil rasgó la balaustrada de la Concha y rasante con el suelo fué a incrustarse en la terraza de la villa que fué volada y extendiendo grandes bloques de piedra hasta el centro del Paseo. En la bodega se causaron grandes destrozos y hubo alguna persona herida. La villa hubo de ser acordonada, pues resquebrajados los pilares se halla en peligro de hundirse..

Otro obús fué a parar a las villas que llevan los números 30 y 32 por la parte de la calle de Zubieta. El proyectil entró por el límite de las dos villas y se extendió en dos ramificaciones para destruir los dos pisos altos de las dos villas y salir por la calle de Zubieta por dos orificios distintos, como si fueran dos proyectiles. La metralla alcanzó a la fachada de la casa, situada enfrente de dichas villas.

Otro de los lugares en donde los destrozos han sido considerables ha sido en las casas números 31 y 33 de la calle de San Bartolomé. Los proyectiles alcanzaron a estos edificios, uno de ellos propiedad de los señores Romaguera y Garmendia, por la parte de la terraza del piso cuarto. La casa número 31 ha quedado por completo inservible y ha tenido que ser desalojada por existir peligro de derrumbamiento general. Desde el piso sexto hasta el segundo todos ellos han quedado arrasados y todos los muebles de su interior deshechos.

La mayoría de los vecinos se habían refugiado en la bodega, pero aun así existieron algunos heridos. Los vecinos tuvieron que encontrar refugio en otras viviendas. La casa número 31 del señor Lojendio sufrió igualmente enormes desperfectos.

En Aldapeta y otros lugares

Una de las partes de la Ciudad más castigada fué todo el sector de Aldapeta hasta la barriada de Amara. Los proyectiles de la Concha, los de Sa nBartolomé y Amara tuviero nesa dirección, juntamente con la de Ayete quizá por querer contornear la Fábrica del Gas.

Un obús cayó en la finca Arbaicenea, del exduque de Sotomayor en la que causó grandes destrozos, especialmente en el arbolado. No se registraron víctimas por haberse refugiado en la bodega la mayor parte de aquella vecindad.

Varios proyectiles cayeron por los campos de Aldapeta incrustándose la metralla en el terreno y cusando talas de árboles.

Otro obús fué a caer sobre la finca del señor Rozanés situada en la cumbre de Aldapeta. Sufrió grandes destrozos en sus torres y parte alta del edificio.

Por elevación cayeron otros proyectiles en torno a la Fábrica del Gas haciendo saltar grandes extensiones de tierra.

En Amara, al subir el alto de este nombre, en las cocheras del señor Goenaga, que ya han sido castigadas otra vez, un proyectil causo destrozos, levantó gran cantidad de tierras y levantó dos árboles que fueron a caer sobre el abrevadero que allí existe para mulos y sobre el Matadero.

Dos enormes proyectiles cayeron en Oriamendi, sin que llegaran a explotar. Fueron recogidos y trasladados al Ayuntamiento de Hernani.

En la Diputación se entregaron trozos de obús de 40 y 60 kilos de peso.

En el alto de Aldapeta cayó otra bomba que no llegó a hacer explosión y que hoy será recogida.

En Añorga, en las inmediaciones de la fábrica de este nombre, y en lugar cercano a quel en que se produjo la dolorosa y reciente catástrofe ferroviaria, cayeron otros dos obuses que fueron recogidos por los bomberos.

Otro enorme proyectil fué recogido en las cercanías de la Concha, también sin explotar.

Por la zona de la parte vieja también se dejaron sentir los efectos de la metralla.


LOS DAÑOS CAUSADOS
Los daños causados son cuantiosos y las víctimas causadas numerosas.

Los proyectiles tenían un peso que oscilaba entre los doscientos y los trescientos kilos cargados con el más fuerte explosivo y con la metralla más acerada.

En el propósito no ha existido otro afán que el de causar un daño cuanto más profundo y doloroso mejor. Ha sido una tragedia la que han querido sembrar en San gedia la que han querido sembrar en San proporciones, con ser ésta cuantiosa, merced a las precauciones adoptadas.

Durante toda la tarde se ha notado en la ciudad el trasiego de ropas y muebles de los vecinos que han quedado sin hogar y que buscaban cobijo en el de sus amistades. Las escenas han sido tristes y llenas de indignación.


Las víctimas

LOS MUERTOS Y HERIDOS DE LA JORNADA
Hemos podido conseguir a última hora de la tarde de ayer una relación de las víctimas causadas por la bárbara agresión fascista. Es posible que esté incompleta, pero es bastante aproximada. De todas formas se buscaba entre los escombros de las casas derruídas del barrio de Eguía los cuerpos de dos vecinos más.

La relación conseguida arroja un resultado conocido de cuatro muertos y 38 heridos, algunos de ellos de gravedad.

Al Hospital civil llegaron para ser atendidos:
Lucila Díaz Muñoa, de 21 años, casada, con domicilio en Eguía, 7, también fallecida.
Petra Pinada Huarte, de 22 años, casada, con domicilio en Eguía, 7, también fallecida.
Una señora embarazada que habitaba en la calle de San Martín, 55, y cuyo nombre se desconoce y que también ha fallecido.
Pío Tamarón Ochotorena, de 70 años que sufría conmoción cerebral, de carácter grave.
Aurelio Mesa Alonso, de 40 años, con domicilio en el Alto de Amara, 1. Fractura conminuta de pie. Grave.
Juan Insausti Yugueros, de 30 años, de Tolosa, habitante en Atocha, Z. Pronóstico reservado.
Manuel Guembre Miraso, Ronda, 4, cuarto. Grave.
María Teresa Rodrigo Díaz, seis meses, Eguía, 7. Leve.
Benjamina San Vicente Ayucar, 55 años, Eguía, 7. Leve.
Roberto Machín Rolancio, 5 años, San Bartolomé, 31. Leve.
Carmen de Caso Ridaura, 17 años, San Bartolomé, 33. Leve.
Manuel Martínez Rodríguez, 20 años, Atocha-Eguía. Leve.
Miguel Arratibel Iraeta, de 2 años, herido en la Maternidad. Leve.
María Jesús Bereciartúa Ibarzábal, 4 años, Atocha, 5. Leve.

En el Hospital de sangre del Hotel de Londres fueron asistidos:

Luisa Dueñas, de 45 años, de Dueñas (Palencia), con domicilio en Atocha, 9, segundo. Magullamiento general.
Petra Cantalapiedra, de 23 años, con domicilio en Eguía. Fractura de la nariz y heridas contusas en diversas partes del cuerpo.
Mercedes Ruiz de Galarreta, 18 años, con domicilio en Ronda, 4, tercero, natural de Pamplona. Herida contusa en la región occipital y contusiones en ambos brazos.
Roberto Machim de Relancía, 5 años, San Bartolomé, 31. Leve.
Eugenio Garbizu, 52 años, Zubieta, 52. Herida en el tercio superior del muslo izquierdo. Leve.
Hilaria Ezquerra, 22 años, de Lizarraga, con domicilio en Bermingham y herida en la calle Aguirre Miramón, con contusiones en la región frontal. Leve.

En la Casa de Socorro, fueron asistidos:
Maximina Ochoa. Leve.
Antonio Echeverría. Pronóstico reservado.
Francisco García. Pronóstico reservado.
Lucía García. Leve.
Mercedes Fernández. Leve.
María Vergara. Leve.
Flora Mochín. Leve.
María Sorna. Leve.
Manuela Arregui. Leve.
Pablo Vergara. Leve
José Luis Mafioli. Leve.
Beatriz Cristóbal. Leve.
María Teresa Arratible. Leve.
Paquita Alzugaray. Leve.
Anita Manzano. Leve.
Celedonia Aguinaga. Leve.
Luis Martínez. Leve.

En el Asilo de niños de San José, fueron atendidos:
Un niño de unos tres años, cuyo nombre no se ha podido conocer y que fué recogido en el barrio de Eguía (Aldaconea) Su estado es gravísimo y se teme fallezca de un momento a otro.
Magdalena Lanchas, con domicilio en el Paseo de Colón, D. segundo derecha. Leve. Procede de la Maternidad y pasó a su domicilio.
Un niño llamado Felipe, de 4 años, recogido en Aldaconea y que fué llevado al cuartel de las Milicias.
Blanca Alcalá del Olmo, de 93 años, domiciliada en la calle de San Martín, 55 segundo izquierda. Su estado fué calificado de pronóstico reservado.

En la Casa de la Maternidad fueron asistidas otras tres personas que sufrían contusiones por heridas causadas por cristales rotos.


NUESTRAS BATERIAS APAGAN LOS CAÑONES REBELDES
La eficacia del bombardeo de nuestras baterías ha sido efectivo y visible. Con ímpetu y acierto mantuvieron el cañoneo con el enemigo silueteando la figura de los barcos piratas en varias ocasiones, en que nuestros obuses pasaban por cubierta o caían al lado de los cruceros traidores.

En el “España” se han advertido los efectos de algunos cañonazos de nuestras baterías y parece que le han causado algunas averías aunque ligeras, lo que le ha obligado durante todo el día de ayer a permanecer alejado.

En cuanto al “Almirante Cervera” nuestros obuses le han inutilizado y para el mediodía fué obligado a retirarse de nuestras costas, con averías de tal gravedad que se creía no podría llegar a El Ferrol en donde parece que quería refugiarse.


EL CAÑONEO DE LA TARDE
Por la tarde nuestras baterías volvieron a iniciar el fuego sobre el acorazado “España”, que no contestó a nuestros cañonazos.


FUERA DE PELIGRO
Ayer por la tarde, ante la insistencia de nuestras baterías que quisieron terminar también con el acorazado “España” este segundo varco pirata terminó por retirarse de neustras aguas con dirección desconocida. Por tanto, quedamos fuera de peligro por la guerra del mar, y es de esperar que no intenten acercarse nuevamente a estas costas el famoso “España” que avariado también no podría resistir el fuego de nuestros cañones. No es de esperar por ahora ningún bombardeo de este pirata, ya que sin el “Cervera”, de tipo moderno, y sin cañones de largo alcance ofrecería un buen blanco a nuestras baterías.

Jornada gloriosa la de ayer para nuestros artilleros que consiguieron eliminar un gran peligro para la costa del Cantábrico.


Compañeros:
Ni un solo combatiente debe desmayar. En los frentes está la victoria


Una nota del gobenador civil de la provincia

Ayer fué radiada la siguiente nota:

“El enemigo, en su afán de causar víctimas inocentes y registrar en la historia páginas de crueldad que causarán horror por su sevicia, ha vuelto a bombardear al vecindario indefenso de San Sebastián.

Ante este hecho brutal, que ha causado víctimas dolorosísimas en la población civil, la Junta de Defensa y Comisaría de Guerra se han reunido urgentemente, tomando los siguientes acuerdos:

Primero: Se celebrará juicio sumarísimo para adoptar serena y rápida justicia con varios presos acusados de tomar parte en la traición facciosa en cuanto el infame atentado se repita. Entre los presos en esta situación se hallan don Honorio Maura, don Joaquín Beunza y don Alvaro Padilla. También figura entre los rehenes don Alvaro de Figueroa, ex conde de Romanones.

El vecindario debe continuar en su actitud serena y animosa, teniendo plena confianza en las autoridades y en el ejército del pueblo, que combate con sin igual bravura, seguro del triunfo.

Todos los ciudadanos pueden estar tranquilos, porque están adoptadas todas las medidas necesarias para su proteccción, si bien, todos ellos deben colaborar observando estrictamente las instrucciones de precauciones que se han hecho públicas.

San Sebastián, 18 de agosto de 1936.
EL GOBERNADOR CIVIL


¡MALDITOS!

Continúa el ataque de los bárbaros a la población indefensa. Siguen cayendo mujeres y niños inocentes. ¿Qué objetivo perseguirán? Suponemos que atemorizar a la población civil. Y bien, sepan los aslvajes que en este cálculo, como en todos los suyos, se equivocan. Y se equivocan de tal manera que el efecto es contraproducente.

Ya se equivocaron al principio cuando creyeron en la eficacia de un simple pronunciamiento. Creyeron que les bastaría contar con la mayoría de los mandos. Como el pueblo nunca ha contado nada para ellos creyeron que, una vez impuestos, les bastaría cortar dos o tres mil cabezas destacadas para consolidarse. Y se encontraron –de ahí su asombro y su encono- con que para imponerse, que es el primer paso tendrían que matar a todos los españoles dignos, que son muchos millones.

¿Atemorizar a la población civil? No. No es ese el efecto que consiguen. Indignarla, sí. Eso consiguen con sus métodos que ya agotaron todos los calificativos.

Si no fuéramos testigos presenciales si los leyésemos relatados, los creeriamos invención de periodistas interesados en “fabricar” una opinión determinada. Pero vemos nosotros mismos la carne destrozada de las víctimas indefensas.

¿Aterrorizarnos? ¡No, canallas, no! Al contrario. Hemos llegado a un punto tal de indignación colectiva que y no necesitamos arengas ni proclamas ni nada. Todos y cada uno sabemos lo que debemos hacer: combatir, combatir hasta el fin, combatir hasta aplastaros total y definitivamente.

El terror paraliza, y en cambio lo que conseguís es enardecer a la población, soliviantárla en masa en contra vuestra. Y esto ya no es necesario, por que estáis de manifiesto, mónstruos, y habéis fracasado. ¿Es que no os dice nada la cohesión y la repulsa del pueblo entero frente a vuestro crimen, mónstruos de traición?

Y traicionasteis a la monarquía al defenderla, cuando se implantó la República –traición perdonable en holocausto de la evolución social. Pero traicionasteis a la República que habíais prometido defender. No sois, pues, monárquicos ni republicanos. Ni tampoco soís españoles porque traicionasteis a España al confabularos con los extranjeros para sojuzgarla. ¿Qué sois pues? ¿Defensores de la religión, paladines de una pseudo-tradición hispana, vosotros que trajisteis kábilas africanas a la península, vosotros que trajisteis soldados de Mahoma para combatir hermanados con los curas trabucaires defensores del Cristo-Rey? Sacrílego dualismo que los católicos sinceros rechazan indignados. Dualismo que es la mejor siembra anticatólica que se podría hacer en España. ¡Ah, los héroes de la antipatria arrancándole la máscara a su compinche Tartufo!

Ningún español puede sentir la más insignificante alnidad con esta chusma infecta, con ese conglomerado de todas las podredumbres morales.

Y si a pesar de todas las traiciones han fracasado, ¿qué esperan aún, qué quieren? ¿Eh? Si ya ni soñar pueden con el triufno ¿qué quieren? Pues quieren vengarso, quieren sangre. (Ya le daremos sangre, mucha sangre!) Ellos que fueron los atacantes quieren vengarse de no haber vencido. Quieren castigar la altivez de su derrota. Quieren arrasarlo todo para que, aunque no quede España, quede el recuerdo perenne de su barbarie. Aspiran a la inmortalidad de Atila, a la vanagloria del sacristán de Efeso. Emulos de Iscariote, hermanos de Caín, ¡malditos sean!

M. VAZQUEZ PEDRONZO
San Sebastián.




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