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Gipuzkoa 1936

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Lunes, 27 de julio de 1936

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FRENTE POPULAR
AÑO I
DIARIO DE LA REPUBLICA
NUMERO 1
Redacción, Oficinas y Talleres: Gariby, 34.
Teléfonos: 14.621 y 14.434
San Sebastián, lunes 27 julio 1936


FRENTE A LA MILITARADA CRIMINAL
EL PUEBLO GUIPUZCOANO SE ALZA VIRILMENTE CONTRA LA SUBVERSION FASCISTA Y PRETORIANA

La ambigüedad y la duda encubren la traición por parte de los elementos militares.- Los que permaneciero adictos en la hora de la incertidumbre.- Cerrando las fronteras.- El instinto defensivo del pueblo.- Tiroteo en la noche.- La columna expedicionaria toma San Sebastián.- Lucha inhumana y escenas de heroísmo.

SIN SOMBRERO Y CON ALPARGATAS

El movimiento revolucionario que se va extinguiendo rápidamente, en sus últimas fases ha traído a la ciudad el sinsombrerismo, al que ya muchos habían renunciado, y el alpargatismo, que parece el calzado más democrático para ir por el mundo.

Así las cabezas y los pies nos confunden a todos al menos exteriormente. Por fuera todos parecemos pueblo, pero dentro de algunas cabeza sigue anidando el odio al pueblo y a la República creada por él. Y en algunos pies siguen, a pesar de las alpargatas, las mismas ansias de huir de esta España a la que tanto dicen amar a la que estaban dispuestos a hundir en la vileza del imperialismo.

Pero a pesar de estos afanes democráticos que algunos han querido mostrar a última hora por fuera, no crean que engañana a nadie. La ciudad no es tan grande para que los enemigos puedan emboscarse fácilmente. Lo importante no es la ropa sino los sentimientos. Y todos sabemos a qué atenernos en esta cuestión.


RELATO DE UN PROTAGONISTA

INCOMUNICACION Y ANSIEDAD
La mañana del sábado, 18 de julio sorprende a los donostiarras con una noticia que no por esperada causa menor impresión: la intentona militar que se inicia en la zona del protectorado de Marruecos y que con intervalos de horas había de propagarse a otras plazas peninsulares. Una vez más el peligro militar se cierne sobre la vida civil de España, articulada por la República con sujeción a una nueva norma del derecho ciudadano.

¿Qué extensión tiene, sin embargo, el movimiento? Las noticias son confusas. Las comunicaciones quedan interrumpidas. No hay comunicaciones telefónicas ni telegráficas. Deja de funcionar el teletipo de los periódicos. El único vínculo informativo es la radio, controlada por el ministerio de la Gobernación, desde donde se transmiten las notas oficiales.

LA AMPLITUD DEL MOVIMIENTO
A medida que avanza el día se hace posible comprobar que la intentona militar que se inicia en Africa tiene múltiples ramificaciones y se desarrolla con una amplitud militar desconocida hasta la fecha. Paulatinamente vamos enterándonos de que se manifiestan varios focos subversivos. Pamplona, Sevilla, Burgos, Valladolid, Vitoria, Zaragoza. Las informaciones son confusas, contradictorias y desconcertantes.

¿Qué va a pasar aquí? ¿Cómo es posible que los Poderes públicos hayan sido sorprendidos por el estallido de esta militarada, de cuyos orígenes se tenían noticias concretas con la anticipación suficiente como para haberla aplastado al nacer?

Los instantes no aconsejan el comentario de lo que ha ocurrido, sino las decisiones sobre lo que haya que hacer como defensa del régimen amenazado.

LA ACCION CIUDADANA
Puede decirse que en Guipúzcoa el estallido de la indignación ciudadana se originó simultáneamente con el conocimiento del golpe criminal contra la República. Hubo aquí, en nuestra provincia, un movimiento unánime de repulsa, de condenación y de defensa.

El Partido Nacionalista Vasco, frente a la gravedad de los acontecimientos, que tan directamente afectaban a sus reivindicaciones autonómicas, se pone incondicionalmente al lado de los Poderes legítimos y en una nota vibrante y patriótica manifiesta su adhesión a la República, ordenando a todos sus organismos que se dispongan a luchar por la defensa del régimen. Ya habremos de ver, más adelante, la importancia que ha tenido la actitud del Partido Nacionalista Vasco.

A medida que pasan las horas se van ampliando las informaciones relacionadas con la sublevación militar. Se trata de un golpe de mano fomentado y dirigido por los fascistas, aprovechando la convulsión de un hecho criminoso que tiene hondas repercusiones sentimentales en la vida política nacional.

La gente está en la calle. En los partidos de izquierda, se concentran los elementos populares, dispuestos a ofrecer su vida en defensa de las libertades ciudadanas. Nunca se habái producido un movimiento subversivo de tanta amplitud. Pero nunca, tampoco, las masas populares españolas habían reaccionado en un movimiento tan amplio, tan hondo, tan entrañable. La acción defensiva ciudadana subraya casi simultáneamente el hecho criminal y antipatriótico de la subversión.

Se distribuyen las primeras consignas. Circulan rápidamente órdenes y disposiciones. Se adpotan las primeras actividades defensivas. El pueblo, ya en la calle, aguarda anhelante el momento de la batalla, que de una vez para siempre ha de librar su camino de los obstáculos tradicionales.

AVANZA EL PELIGRO
Las fuerzas de Artillería se han concentrado ya para estas horas sobre la Comandancia Militar. El coronel Carrasco, jefe de la Comandancia, manifiesta su adhesión al Poder constituído. Sus actividades confusas y vacilantes están, sin embargo, en desacuerdo con las palabras que escuchamos. Cabildeos y entrevistas siembran en nuestro espíritu la primera duda.

Con el avance de las horas se produce el avance del peligro. Las noticias oficiales, y extraoficiales, atestiguan que el movimiento subversivo militar no tan sólo tiene un brote aislado en Marruecos, sinoq ue aparecen también, como una cadena, en diversas plazas peninsulares. No pasa mucho tiempo sin que nos enteremos de que el general Mola ha dominado Navarra, después de que ha sido asesinado en su propio cuartel el comandante de la Guardia civil de Pamplona, único jefe afecto a la República.

En las últimas horas de la noche llega a Donostia, huído, el gobernador civil de Navarra, señor Menor.

El coronel Carrasco, abandona el Gobierno civil sin atender las solicitudes que se le hacen y se aposenta en la Comandancia Militar. En la ciudad, por la noche, la animación es enorme y la espera de los acontecimientos pone sobre los espíritus uan interrogante angustiosa. En el Gobierno se han concentrado las fuerzas de la Guardia civil.

EL INSTINTO DE DEFENSA
Desprevenido y desorientado, surge, sin embargo, en el pueblo ese admirable institno de defensa que tantas veces fué defensa y garantía de sus propias libertades. Las masas ciudadanas aprestan sus escaros armamentos y como por generación espontánea se elevan barricadas sobre las bocacalles situadas en posición estratégica.

Se organizan rápidamente los cuadros de combate. Las milicias ciudadnas reciben y circulan consignas concretas. Tolo lo que de esforzado, de viril, de noble en el pueblo donostiarra, se ha lanzado a la calle para salvaguardar los derechos de la ciudadanía, una vez más amenazados.

Donostia entera se ha levantado en pie de guerra. Otra vez el Ejército frente al publeo. ¿Qué ha de pasar? Los que gustan de cotejar la Historia con los hechos presentes, deducen una conclusión optimista y consoladora: el Ejército no ganó nucna las batallas. Las batallas las ganó, siempre, siempre, el pueblo.

PROTESTAS DE LEALTAD Y PERFILES DE TRAICION
Todos los mandos de las fuerzas armadas han hecho ya para esta hora protesta solemne de lealtad y de adhesión a los Poderes constituídos por el Gobierno de la República. Tan rotundos son, sus ofrecimientos, qu eparece menguado dudar de una lealtad con tales muestras se ofrece. Sin embargo, bien pronto habremos de recelar de algunos de ellos.

El capitán Cazorla, jefe de las fuerzas de Asalto, procura a cada instante retirarse a conversaciones privadas con sus oficiales y comenta en términos de decepción las noticias oficiales de lo que ocurre en España. El coronel de la Guardia civil apenas habla, pero sus gestos expresan la vacilación de su ánimo. El jefe de Carabineros se manifiesta con escasa convicción, en contraste con sus promesas adictas. Sólo dos hombres de mando concretan firmemente sus posicioens en esta hora de incertidumbre: el teniente coronel de la Guradia civil, señor Bengoa, una de las figuras más simpáticas de la acción gubernamental, y el capitán del mismo Instituto, don Mauricio García Echarri, que dos días más tarde había de escribir una gesta casi heroica en la toma del Gran Casino.

LOS HOMBRES DEL PUEBLO
Pero si el pueblo, con su admirable instinto de combate se ha lanzado a la calle para defender el derecho con su propia vida, sus hombres representativos no están en la inacción. El Gobierno Civil es, como si dijéramos, el cuartel general donde se concentran los mandos y representaciones. Vemos allí a dirigentes calificados de los partidos de izquierda, al alcalde de San Sebastián y varios concejales, al presidente de la Diputación, señor Liceaga; al exgobernador civil de Alava don Rufino García Larrache, a Luis Iglesias, hombre cuyo perfil se acentúa en las horas de la lucha; a Torrijos, etc.

CERRANDO LA FRONTERA
La angustia de aquellos momentos, en los que se hallaba elpueblo, desprevenido y desarmado íbase acentuando con el fluir de noticias alarmantes, según las cuales, por diversos pasos montañosos se aproximaban a las fronteras de Guipúzcoa fracciones armadas de requetés navarros, com osi sobre el corazón de nuestra provincia se cerniera ya la amenaza de un ataque amplísimo, a fondo, y sobre todo premeditada.

Se tomaron rápidamente todas las disposiciones tácticas que nuestro pobre instinto de estrategia podía acumular. Se requisó dinamita suficiente para volar puentes e inutilizar accesos. Se avisó a los puestos de miqueletes y carabineros para que permanecieran alerta durante toda la noche,para que obstruyesen los conductos y para que, sin perder un segundo, nos comunicasen noticias en el instante mismo en que llegase a los límites de Guipúzcoa alguno de aquellos grupos que se anunciaban.

Simultáneamente se establecía un control severísimo sobre el teléfono automáico y sobre las comunicaciones provinciales y se ordenaba al jefe encargado de la Telefónica que, bajo su responsabilidad personal y directa, responsabilidad de vida o de muerte, nos e estableciese ninguna comunicación entre Guipúzcoa y cualquiera otra provincia que no hubiese sido antes concedida por la autoridad legítima, es decir por el gobernador civil.

-¿Y si llama alguna alta autoridad?- nos preguntó.

-Tampoco. Por muy alta autoridad que sea. Las líneas de la Compañía Telefónica se encuentran desde este momento al servicio exclusivo y bajo el control directo del Gobierno legítimo.

Los que hemos sido protagonistas de aquellas horas angustiosas de sabemos hoy que aquella medida de cerrar las fronteras telefónicas de Guipúzcoa iba a ser eficaz, pero había sido, en cierto modo, tardía; porque para entonces el jefe de la División, general Batet, se había ya puesto al habla con nuestro comandante militar ordenándole que declarase el estado de guerra.

El mismo Carrasco puesto al habla con nuestro comandante militar ordenándole que declarase el estado de guerra.

El mismo Carrasco nos informaba indirectamente de esa conversación cuyos términos exactos, acaso no conoceremos nunca porque la Justicia republicana, que ha de ser inexorable, tal vez no deje paso a la confesión de uno de los hombres que pudieran hacerla pública: el coronel Carrasco. Pero sí sabemos que después de esa conversación las palabras del comandante militar de Guipúzcoa tomaron una trayectoria distinta:

-Ya ven ustedes –vino a decir- en qué situación me encuentro. Porque yo sigo adicto a los poderes constituídos y a la República pero sobre un militar tiene siempre enorme influencia la orden de su jefe.

El gobernador civil, primero: don Rufino García Larrache, después; don Manuel Irujo más tarde, y, por fin, el que redacta estas líneas como hombre ligado al Frente Popular por vínculos tan hondos, intentaron obtener con el coronel Carrasco. La reiteración de una seguridad que tan concretamente se nos había ofrecido: su decisión de defender al régimen y de combatir contra quienes pudieran atacarle.

DONDE SURGE UN GENERAL
Fué entonces, precisamente, cuando se nos presentó el hombre que iba a tener la influencia más decisiva en el movimiento defensivo del pueblo guipuzcoano contra los traidores armados. El comandante de Estado Mayor, don Augusto Pérez Garmendia, que se hallaba con permiso en San Sebastián, se presentó al gobernador civil para rogar que se le facilitase un coche con objeto de reintegrarse a su guarnición en Oviedo, a donde era reclamado.

No podíamos dejar escapar una ocasión que se nos presentaba cuando más falta podía hacernos la presencia de un cerebro encuadrado en la disciplina de la estrategia. Por otra parte eran prácticamente imposible en aquellos momentos que el comandante Garmendia se reintegrase a su guarnición.

-Se ha de quedar usted con nosotros. Nos hace falta, y sobre todo hace falta a la República.

La respuesta del comandante Garmendia, sobria, concisa, digna y varonil, como son todas sus palabras y actuaciones dejó puesto el marchamo de una garantía absoluta. El comandante Garmendia dijo:

-Yo soy un militar y un republicano. Pero esto es lo de menos. Soy sobre todo un hombre al servicio de los poderes legítimos que ahora representa el Gobierno constituído, y me pongo al servicio de la República y de sus representantes para todo lo que puedan necesitar de mí.

Así fué como el comandante Garmendia, quedaba convertido quedaba convertido en general de las fuerzas adictas y de la ciudadanía combatiente, que necesitaban para triunfar en la lucha no tan sólo de su pujante impulso espiritual, sino también de una dirección experta, inteligente y sobre todo leal.

El comandante Garmendia pertenece a una familia donostiarra, conocidísima en nuestra ciudad. Lleva en la sangre la sustancia de los viejos liberales vascongados que dieron su vida en las luchas raciales contra la intransigencia reaccionaria.

EL BAUTISMO DE FUEGO
En las primeras horas de la noche San Sebastián recibe el bautismo de fuego de esta inigualada intentona militar. El elemento civil faccioso se encarga de abrir el diálogo de muerte de las pistolas. Un automóvil amarillo, ocupado por fascistas, recorre la ciudad y dispara sobre los grupos de izquierda. La excitación es enorme. Poco a poco el tiroteo se generaliza. Las primeras fracciones populares armadas toman sus posiciones y la estrategia instintiva de la masa la conduce al bloqueo de la Comandancia militar.

Es en las primeras horas de la noche del sábado, ignórase con qué motivo, ocasión o pretexto, cuando en la parte del Bulevar comprendida entre el Gran Casino y el Club Náutico las armas de fuego vomitan su carga mortífera. Los soldados de Artillería han emplazado una ametralladora a la entrada de la calle de Igentea. El pueblo, desde las bocacalles próximas, replica al fuego de soldados.

POR DONDE VIENE EL PELIGRO
Una vez más el instinto popular tiene conciencia de por dónde viene el peligro y parece preveer a estas alturas que la traición partirá, precisamente, de aquel lugar sobre el que concentra su ataque.

¿Por qué dispara el pueblo? Porque ha

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FRENTE POPULAR
14.L634 y 14.621


JORNADAS HISTORICAS
Cuando pasado el fragor de la lucha, unos periodistas sinceramente, hondamente republicanos, volvemos a colocarnos en actitud serena ante las cuartillas, nuestras primeras palabras han de ser de admiración y de asombro ante la bravura, la energía y la generosidad con que las milicas ciudadnas han ofrecido sus vidas para defender a España de la traición alevosa y cobarde de unos militares monárquicos y de unas derechas insenstas y torpes de bajos instintos criminales.

Han sido esas milicias, constituídas espontáneamente a la primera voz de alarma, las que han hecho posible esta jornada histórica que marca una era nueva en la vida de España, ante los hombres del mundo moderno que hubiera visto con asombro y desdén cómo una nación que, por cauces normales, poco a poco se iba poniendo al día, se hundía nuevamente en el vasallaje de la civilización medioeval. Esta vergüenza ante la Historia y ante el Mundo moderno no ha sido posible por el ímpetu y el rasgo heroico de las juventudes, y también de los veteranos, de todos los partidos de izquierda que han dado el pecho, batiéndose en las calles, en las trincheras ciudadanas y en las barricadas improvisadas contra un enemigo solapado y cobarde que, amparado en la incógnita de las casas cerradas y aun en el respeto que se debía a edificios que debieran ser sagrados para todos, mataba a mansalva a los leales que defendían al Estado y al régimen, traicionado precisamente por aquellos “caballeros” que habían prometido defenderlo.

Aquí en San Sebastián hemos podido cerciorarnos bien de estas características de la lucha. Traición premeditada y solapada que han ido incubando y preparando las derechas y los militares monáquicos desde que se implantó un régimen que había de mermarles algunos privilegios que honradamente saben ellos que no pueden mantenerse hoy ni con monarquía ni con República.

Su traición inicua coloca ahora a estos enemigos de España –precisamente los que solían gritar ¡viva España! Para no decir lealmente ¡viva la República!- en una situación a a que, acaso, no hubiesen llegado nunca de no haber cometido estos asesinatos a mansalva que han enlutado al pueblo infiltrando el odio y el rencor en su sangre generosa.

Ahora que el triunfo es nuestros –al final triunfan siempre la razón y la justicia- pagarán sus crímenes como merecen. La República española ha conquistado su jalón definitivo. El pueblo español, no la aristocracia ni las clases privilegiadas, ni los espadones siempre dispuestos a conquistar imperios a costa de la sangre del soldado, ha escrito una vez más una brillante jornada histórica.

¡Viva la República española! Viva también el Frente Popular que ha realizado la obra.


La hidalguía del pueblo

Dentro de la pasión y la violencia de la lucha ha sorprendido a todos, pero más que a nadie a nuestros propios enemigos, la caballerosidad, la hidalguía, el noble sentimiento de humanidad que han sabido observar los hombres del Frente Popular, que han constituído las milicias ciudadanas.

Aun en los momentos de mayor excitación han sido caballeros y nobles estos bravos paladines de la República españoal. Se cuentan rasgos –y nosotros los periodistas que redactamos este primer periódico diario lanzado a la calle, después de la batalla, hemos presenciado algunos- que revelan una corrección exquisita de hombres cultos, con un espíritu de justicia y de ponderación que exige una serenidad propia de los hombres inteligentes y selectos, hijos de la civilización moderna.

Estos rasgos hicieron que el enemigo perdiera ambiente en las filas de retaguardia desde los primeros momentos. Esas filas constituídas por los ciudadanos tibios y por esas otras masas de derechas que no tienen complicidad en este crimen de lesa patria cometido por los traidores.

Al segundo día de lucha ya se había experimentado una reacción a favor de los combatientes por los fueros de la República, y muchos que se sostenían en actitud indecisa se inclinaron hacia ellos tendiéndoles la mano en aquello en que podían prestarles ayuda cuando bajo la emboscada traidora caían a docenas por defender las libertades ciudadanas.

Mientras el enemigo dió la nota inhumana y salvaje de atacar a las ambulancias de la Cruz Roja cuando iba a recoger muertos –o heridos que murieron por falta de asistencia-, el pueblo no perdió un momento en admirable caballerosidad de guerrero que sabe defender su causa sin olvidar los dictados de la justicia y de las leyes de humanidad que distinguen al hombre de las fieras.


Todos los obreros saben que sólo la Repúblcia
puede defender sus derechos y sus libertades y
la han defendido hasta la muerte.
El sacrificio de sus vidas les asegura esas liber-
tades y esos derechos contra los ataques de los
fascistas y de las derechas desleales al régimen.



LA GRATITUD DE LOS
EXTRANJEROS

Una de las notas más simpáticas del comportamiento noble y caballeroso de las milicias ciudadanas ha sido el trato de exquisita corrección que dieron a los extranjeros. Convencinos o turistas, todos han recibido muestras de cordialidad, de apoyo y de simpatía.

Bastaba la menor indicación de un extranjero para que todos los hombres que estaban luchando con las armas en la mano, se aprestaran a defenderlo a a socorrerlo en sus necesidades.

Aun para los que no tuvieron que solicitar protección, hubo también toda clase de atenciones.

Los representantes de algunos países han expresado ya su gratitud ante las autoridades del Frente Popular, siendo una de las más expresivas la del embajador de los Estados Unidos que tuvo frases calurosas de elogio y de reconocimiento sincero para las milicias ciudadanas.

Jamás olvidarán los extranjeros, ellos lo han dicho así, la solicitud y apoyo que en pleno fragor de la lucha han sabido observar los nobles guerrilleros españoles tan vilmente traicionados por unos cuantos derechistas emboscados en privilegios que no merecían.


FRENTE POPULAR
Saldrá mañana y en días
sucesivos solamente por
la mañana


El ardor combativo de las milicias
Y el entusiasmo de la ciudad

A la hora del triunfo, la actitud heróica de las milicias ciudadanas sigue siendo la nota de asombro y de admiración de la ciudad entera.

Ocho días de lucha sin desmayos, en trincheras de primera línea, les acreditan de guerreros invencibles, tanto por su resistencia física imponderable como pros u moral, que no ha flaqueado ni en los momentos que más hubieran sobrecogido a los más veteranos de las armas.

Tanto los milicianos que llearon de Bilbao como los que han venido de nuestras comarcas y los de aquí –los que resistieron brvamente al primer choque sangriento- siguen con el mismo espíritu combativo, con la misma actitud de bravura y de ciudadanía que mostraron enlos primeros momentos.

Su gesta heróica es una de las páginas más brillantes de la historia de San Sebastián.

Y aún siguen en la brecha sin desfallecimeinto, con el mismo entusiasmo y el mismo espíritu de la primera hora, con plena consciencia del acto heróico que están ralizando, haciendo ofrenda generosa de sus vidas para salvar a la República española.

Toda recompensa para estos hombres abnegados de temple gigantesco y de espíritu sublime, nos parecerá poca. Ellos han salvado de un naufragio espantoso a la ciudad, amenzada por las taimadas turbas fascistas.

En San Sebastián, el heroísmo de los milicianos fué el toque de rebato de la emoción patriótica de todos los buenos ciudadanos. Aún los más tibios, los que se consideraban menos aptos para combatir con las armas en la mano, se aprestaron a la lucha poniéndose a disposición de los guerrilleros. Y en la retaguardia han constituído su más eficaz apoyo. Todos, como un solo hombre, se han aprestado a la organización de los servicios auxiliares de la lucha y al levantamiento del ánimo de la ciudad, decaída por el terror.

Mientras los fascistas disparaban desde todas partes, comprometiendo la vida de los ciudadanos neutrales y aún de los simpatizantes que no figuraban en las líneas de combate, los milicianos dando sus vidas heróicamente levantaron el ánimo de todos y provocaron una reacción súbita a favor de nuestra causa.

Hoy puede decirse que la ciudad entera les sigue con el mayor fervor, les apoya, les alienta y les admira.

En los últimos momentos de la lucha tienen ya levantado un monumento en el corazón de todos los ciudadanos de limpios sentimientos.


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