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Gipuzkoa 1936
EN LA PUNTA DE “ANDATZA”
Hablando con Saseta, el pundonoroso capitán de los mendigoizales

“Estoy encantado con estos muchachos -nos dice-... Les sobra coraje y serenidad.” “Errendiarrak, pasaitarrak ta donostiarrak ondo dirala...”

Siguiendo con nuestros deseos de informar a los lectores sobre las andanzas de nuestros mendigoizales en los frentes de batalla, nos hemos acercado a Usurbil, donde nos han informado que una gran columna ha salido camino de “Andatza”.

Inmediatamente nos hemos puesto en camino hacia San Esteban, hasta donde se puede ir perfectamente en coche.

Una vez allí y siguiendo indicaciones del patriota Yagües, que amablemente se ha prestado a servirnos de guía, hemos iniciado la ascensión hacia la punta.

Antes de llegar a la cima, divisamos a los muchachos que por la mañana habíamos visto partir desde el cuartel de San Bartolomé, en medio de un gran entusiasmo.

Allí estaban los mendigoizales de Errenderi, Pasajes San juan y Eusko Gastediade Donostia, en número que pasaba del ciento.

En medio de ellos, como uno de tantos, vemos al joven y bizarro capitán de las milicias Cándido Saseta.


HABLANDO CON EL CAPITAN SASETA
La ocasión era pintiparada para abordarle y no podíamos desaprovecharla.

Teníamos referencia del capitán Saseta: sabíamos de sus dotes de estratega, de su serenidad, de su sangre fría ante el peligro.

Sabíamos también cuánto le quieren los milicianos vascos, que ven en el mismo, más que un jefe con mando, a un lagun más, a quien, sin embargo, le obedecen con la misma naturalidad, con la misma confianza con que lo harían a su compañero de trinchera.

Francamente hemos de decir que el encuentro con Saseta nos ha alegrado extraordinariamente. Por una razón: estábamos apenados por la pérdida de Belsoain, y el capitán era una autoridad a quien podíamos dirigirnos con entera confianza paa que nos informara sobre este asunto.

-Mire dónde está la posición -nos dice, y, llevándonos un poco adelante, nos señala la posición que hubo de ser abandonada esta mañana.

-Como ve usted, es una pérdida de terreno, pero no tiene mucha importancia, ya que desde aquí dominamos todos los movimientos que puedan hacer.

Habla con tal seguridad el capitán Saseta, que no queremos insistir más. Relamente, no pueden ser más halagüeñas las nuevas que nos da sobre el comportamiento de estos muchachos.

-Elemento humano me sobra -nos dice respondiendo a otras preguntas que le hacemos-. Lo que nos hace falta son elementos materiales.

Estoy encantado con estos mendigoizales, con los que convivo desde el primer momento, desde que se abrió el cuartel de Loyola.

Les cuesta un poco la inactividad de los blocaos. Prefieren corretear todo el día por los montes. Es gente muy dócil, pues aun cuando no podemos imponer una disciplina de cuartel, sin embargo, como usted comprenderá, nada podríamos hacer sin que hubiera un mando y una obediencia a quien manda.

Sentados en la punta de “Andatza” y mientras divisábamos los movimientos de los requetés en Belcoain, nos va refiriendo su participación en todo el movimiento, desde que se formó la columna de Eibar, siguiendo por latoma del Cristina hasta que se ha hecho cargo del cuartel de Loyola.

En un momento en que los mendigoizales, atraídos por sus explicaciones, formaba un grupo a nuestro alrededor, bastó una pequeña indicación del jefe para que se disolvieran y pasaran a la otra ladera.

-Es que estamos a tiro de fusil, y es peligroso formar grupo -nos dice.
-En efecto, y ¿cómo es que no nos tiran? -le decimos.
-Es que es muy difícil el blanco y no pueden desaprovechar municiones. Pero si ven grupos es distintos, y podían disparar.

Y después de este agradabilísimo rato de charla con el capitán Saseta, nos despedimos del mismo, para saludar a los mendigoizales de Errenderi, Pasajes y Donostia, que allí se encuentran destacados.

-Oso ondo gaudela esan -nos dice el formidable chistulari de Errenderi.
-Gu ere ederki gerala esan -nos dice otro de Pasajes.
-Ta zuek -les decimos a los donostiarars-, Zuez ez aldebute ezer esatia nai?
-Bai -nos dice uno de ellos-. Arma obiak ta naiko munizio bialtzeko e san gure partetik.

Agindua betia ziok. Bere botetzia ez dek g ure egitekua...

Cuando abandonábamos la posición declinaba la tarde y el capitán distribuía a la gente por patrullas en distintos sitios de la montaña.

ETART

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