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Gipuzkoa 1936
El futuro del niño depende del padre
La formación de su carácter, es de vital importancia para su feliz desarrollo

Muchos padres no saben que una obligación de primera importancia para ellos es la de modelar el psiquismo de sus hijos recurriendo a la cultura psíquica. En la actualidad, la cultura psíquica empieza a tener gran desarrollo debido a investigaciones que han hecho los pediatras, los psicólogos infantiles, los preceptores, etc., y existe un cierto cúmulo de conocimientos que son aplicables y cuya utilización por parte de los padres es como decía al principio, de primera importancia.

La vulgarización de algunos de esos conocimientos entre los encargados de los niños es una labor altamente importante, porque permite crear en el niño desde su más tierna edad, hábitos psíquicos que lo favorezcan, así como que, conociéndolos los padres, se disminuye, en gran parte la tarea de los maestros a este respecto. Es por ello que cabe mencionar algunos detalles que pueden ser útiles a los padres para llenar este cometido.

Desde que el niño nace, una de las primeras manifestaciones que presenta es el llanto. El llanto es la respuesta a las sensaciones desagradables, principalmente el frío, que experimenta. Más tarde, su llanto traduce sensaciones diversas, de hambre, de molestia, indefinida, de posición incómoda, etc., y más tarde aun, el llanto llega a ser manifestación de contrariedad.

Es urgente crear en el niño el hábito de llorar únicamente cuando tiene alguna necesidad, y no acostumbrarlo a que llore “porque sí”. Muchos padres crean en el niño el hábito de llorar “porque sí”, debido a que cada vez que éste llora le atienden, es así como sucede que en algunas familias la mamá o la “nana” no puede dormir porque toda la noche intermitentemente está llorando el infante.

Es de interés, por lo tanto, que los padres solamente atiendan el lloro del niño cuando, después de una apreciación somera, vean que es justificada y, por el contrario, no hagan caso del llanto cuando después de dicha apreciación se convenzan de que no es razonable. Así conseguirán que cada vez que el niño llore, siempre traduzca una necesidad real, y no lloren, como dicen en familia, por capricho.

En la segunda infancia, en la adolescencia, con frecuencia se da el caso de que niños llamados “caprichosos” lloran por cualquier cosa, y de que los padres hagan caso y les concedan sus deseos, aun cuando éstos sean absurdos.

Es absolutamente indispensable que los padres o encargados se den cuenta de que el proceder en esa forma es crear en el niño hábitos malignos que les resultarán dañosos cuando el niño tenga contacto como un medio extraño al familiar, tal como, por ejemplo, la escuela o la sociedad.

Niños criados en esa forma resienten enormemente el cambio de medio al ocurrir éste, y se les dificulta extraordinariamente la adaptación al nuevo modo de vivir, en el cual no encuentran los mimos injustificados que les prodigaban los padres.

Muy por lo contrario, los encargados tienen la obligación de crear en el niño hábitos que lo capaciten para poseer un perfecto control emocional, lo que les servirá inmensamente en la vida. Para ello pueden recurrir a recomendaciones, consejos y a medios activos aplicados cada vez que vean que la reacción emocional es desproporcionada e injustificada; así poco a poco irán modelando el carácter del niño a este respecto y creando en él la debida circunspección frente a los casos en los que es frecuente que las emociones se generen y manifiesten.

Otra cosa que debe ser educada en el niño es la generación de impulsos a la acción con motivo de alguna reacción emocional. Esto quiere decir, para que algunos padres lo entienda, que existen niños, sobre todo de los llamados “consentidos”, que en su desagrado tienen tendencia a realizar y realizan actos tales como dar manotazos, golpes, patear, etc. Estos actos son de malísimos resultados que sean tolerados por sus padres, quienes a veces no sólo lo toleran, sino que los festejan, con lo que facilitan su repetición y crean en el niño un hábito dañino que provoca un estado de inadaptación artificial para los medios escolares y sociales que deberán frecuentar más tarde. Es entonces cuando le cuesta mucho trabajo deshacerse de muchas malas costumbres y en ocasiones, hasta resiente consecuencias más o menos seria por el estado de inadaptación que es creado en él durante su convivencia en el medio familiar.

Por lo dicho se verá cuán importante es que los padres o encargados pongan en práctica, por lo menos, los más rudimentarios conocimientos de la cultura psíquica, si quiera sea en materias tan banales como el llanto y los impulsos por la reacción emocional.

Dr. Alfonso Ponce de León.


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