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Gipuzkoa 1936
“LA NACION” DE BUENOS AIRES
UNA INTERVIU CON EL GOBERNADOR DE GUIPUZCOA

Buenos Aires.-“La Nación” publica una interesante entrevista con el teniente don Antonio Ortega Gutiérrez, actual gobernador civil de la provincia de Guipúzcoa.

Reproducimos íntegro el reportaje por referirse a una de las figuras más sugestivas de la lucha que sostiene el proletariado español contra la militarada fascista.

“La sangre de las revoluciones gasta siempre hombres nuevos. Muchas figuras mundiales nacieron en las barricadas. Los periódicos españoles poryectan los de popularidad sobre un hombre oculto hasta ahora en la sombre del anónimo: Antonio Ortega Gutiérrez, gobernador civil de Guipúzcoa.

Hace unos años era sargento de Carabineros. Ejercía el cargo en Irún, frente a los Bajos Pirineos. En el paisaje amigo de Ramuntxo y Zalacaín.

Nacen en Hendaya las “Hojas Libres” contra la dictadura. El sargento Ortega encárgase de hacerlas llegar a los últimos rincones de España. Luego, la vibrante prosa revolucionaria deja paso a las armas, siempre bajo la experta mano del sargento Ortega. Las izquierdas conspiran. Dos fechas antes de la señalada sublévase la guarnición de Jaca. Caen Galán y García Hernández. Es la asfixia del primer grito revoluconario. No obstante, en la madrugada del día citado -16 de diciembre de 1930- el sargento Ortega estaba en su puesto, frente el Gobierno civil de Guipúzcoa, batiéndose por el nacimiento de la República, junto a don Manuel Andrés Casaus, el doctor Bago y un puñado de valientes. Es herido. Le detienen. Meses después, le condenan a muerte. Sálvale el triunfo electoral del 14 de abril. La monarquía deja paso a la República. Antonio Ortega recupera los galones de sargento perdidos en la conspiración. Estudia. Ingresa en la Academia de El Escorial con el número 1. Obtiene el grado de teniente. Regresa a Irún. El Gobierno de Lerroux le persigue. Es encarcelado en el fuerte de San Marcos durante los sucesos de Octubre. La victoria del Frente Popular -16 de febrero- sitúa otra vez al teniente Ortega en la avanzada geográfica de Guipúzcoa. En Irún estaba cuando el levantamiento militar.

En honor a “La Nación”, el dinámico batalaldor interrumpe unos momentos sus múltiples ocupaciones. El día es agitado. Por el Cantábrico, entre los cabos de Higuer y Machichaco, navegan el “Almirante Cervera” y el acorazado “España”, sumados a la sublevación. Los carlistas -boina roja en lo alto y escapulario sobre el pecho- ocupan los montes de Izascun, Picoqueta y Erlaitz. Guipúzcoa está preparada para el combate. Las Milicias populares y las fuerzas leales hállanse en pie de guerra en los frentes de Tolosa, Oyarzun e Irún.

El gobernador nos dice:

-Esto va a ser lo largo. Es una guerra con todas sus consecuencias. Venceremos nosotros. Los pronunciamientos militares si no triunfan antes de las cuarenta y ocho horas, fracasan. Hasta ahora hemos sostenido una lucha desigual. Ellos eran los dueños del armamento. El pueblo opuso a la metralla la fortaleza de su espíritu rebelde a la tiranía. Hubo que improvisar mandos, armas y tácticas. Los fascistas no pudieron aprovechar el río revuelto de lo inesperado. Ahora ya es tarde. Tenemos mucho armamento y combatientes que saben utilizarlo con eficacia. El ejército del pueblo derrotará al ejército que no representa a nadie. Son unos generales despechados que, al grito de “¡Arriba España!”, están hundiéndola en la ruina.

-Entonces, ¿no ve usted, señor gobernador, una solución rápida al conflicto que asola a España?

-Antes le dije que la lucha sería larga; pero también puede ser muy corta. Depende de lo que tarden en rendirse algunas posiciones importantes cercadas por nuestras tropas. Por ejemplo, en Oviedo volverá a ondear en breve plazo la bandera tricolor. La rendición de la capital de Asturias tiene mucha importancia. Hay allí una fábrica de cañones, otra de fusiles y, además, los mineros quedarán en libertad para combatir en otros sitios. Si fuera cierto que lo sublevados aman a España, como dicen en sus proclamas y no lo demuestran en sus hechos, debieran rendirse para ahorrar sangre. Saben que tienen perdida la partida. Su resistencia es la resistencia de los desesperados.

-¿Es cierto que ha desembarcado el Tercio en España?

-En los comienzos de la lucha había algunas banderas. No han podido venir más. Nuestros barcos vigilan el estrecho de Gibraltar. El empleo de moros y soldados mercenarios es otro hecho que condena, por sí solo, el movimiento revolucionario.

-¿Cuál es la situación en la provincia de su mando?

-Pasamos algunos momentos de apuro. Los cuarteles de Loyola tarjéronnos en jaque. Ahora conocemos todos los movimientos del enemigo y sus objetivos. Se que el teniente coronel de Ingenieros que dirige las fuerzas que actúa por Vera del Bidasoa y Lesaca está muy enfadado conmigo porque volé el puente de Endarlaza, impidiend, con esto, el paso de la Artillería. Entre Navarra y Guipúzcoa no hay ningún camino fácil para el tránsito de la Artillería pesada.

-Circula el rumor de que los carlistas intentan tomar la frontera de Irún.

-Ese fué su primitivo deseo. Por ello concentré muchas fuerzas en Endarlaza. Luego, los militares asediados en los cuarteles de Loyola, pidieron refuerzos por Oyarzun. Los requetés avanzaron por ese punto. Los tenemos bien localizados. Han empleado todo lo que tienen por tierra, aire y mar y no han podido ni podrán tomar Guipúzcoa, que era la provincia que más fácil se presentaba sobre los planos para ser conquistada.

-¿Qué opina de la guerra civil en el orden Internacional?

-El mundo nos observa atentamente. España es el pibote sobre el cual se sostiene la libertad de Europa.

-¿Está usted satisfecho del cargo que le ha conferido el Gobierno?

-Soy hombre de lucha. Sin ambiciones. El Gobierno cree necesitarme aquí y yo me limito a obedecer sus órdenes.

-¿Está usted afiliado a algún partido político?

-Me lo impide mi condición de militar; pero espiritualmente, estoy con todos los partidos que defienden la democracia y la libertad. Mi mayor orgullo es representar al Frente Popular, amalgama perfecta de los partidos republicanos, obreros y nacionalistas vascos.

Hay una pausa. El teléfono reclama al señor gobernador. Tiene que salir. Porque el teniente Ortega es gobernador de nuevo tipo en España. Está en contácto con el pueblo, visita los frentes de combate, anima en la lucha.

Antes de marchar, nos dice:

-Siento admiración por la República Argentina. Es el país símbolo de la libre América. Escriba usted que el peublo español lucha en estos momentos con el mismo entusiasmo con que el pueblo argentino combatió siempre contra las tiranías.


¡ASTURIAS...!

OVIEDO EN TRANCE DE RENDICION

El cerco de Oviedo es imponente, sobrecogedor. En un círculo completo se va estrechándose lentamente, dejando inmóvil, maniatado, a uno de los mejores jefes del Ejército que había en España -unido a casi toda la Guardia civil de la provincia, unos 4.000 hombres en total-, agoniza la rebelión asturiana.

-Es cuestión de días. En una semana estará todo solucionado.

A pesar de la tremenda fortaleza en que Aranda, uno de los soldados más competentes que había en España, se ha hecho fuerte, nada puede quebrantar el cerco. Ni desde dentro hacia fuera ni desde fuera hacia dentro. Todas las posiciones están tomadas y defendidas con formidable empeño. La vigilancia es absoluta. Pero nada, en el aspecto exterior, lo revela.

Si los sitiados tienen un genio militar a la cabeza, los sitiadores tienen todo el genio, mil veces multiplicado, de una masa con una voluntad única.

En Asturias no se ve un fusil por las calles. La sensación de tranquilidad es total. Los fusiles están en el frente, allí donde son necesarios.

* * *

Con Aranda se hará algo parecido a lo que se hizo con los sitiados en el cuartel de Simancas, dos líneas de resistencia son más vulnerables que los paredones del antiguo lugar de residencia de los jesuitas. Y el propio Aranda está convencido de que apenas había necesidad de que llegasen, para su dicha, las armas dejadas en libertad en Gijón.

Docenas de cañones, de ametralladoras, y miles de fusiles esperan la orden de ataque. Dentro, en la ciudad, una población cansada, dominada por el decaimiento y las privaciones, quiere que se acabe con esta situación.

Está próximo el desenlace.

Los mineros de Asturias, que tienen ya posiciones tomadas también de la parte de acá de los Pirineos cantábricos, en espera del rendimiento de Oviedo para correrse por las llanuras de Castilla, quieren que esto se acabe.


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