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Gipuzkoa 1936
Noticias Taurinas

RECUERDOS GUIPUZCOANOS
La provincia de Guipúzcoa ha tenido predestinación a ser campo de leyendas taurómacas, puesto que en ella se han realizado ciertos hechos de todo punto extraordinarios, y sin ejemplo en los anales de la historia.

En Tolosa, fué donde Frascuelo mató un sexto toro antes del quinto;; en Pasajes donde un cornúpeto escaló una casa se asomó a un balcón de uno de sus pisos y en Azpeitia, donde ocurrió el asombroso milagro que vamos a referir:

El día 2 de agosto de 1887, se celebró en la plaza del citado pueblo una función taurina con elementos que habían despertado gran expectación en el pueblo. Dos novillos picados y banderilleados con toda formalidad y muertos a estoque por dos conocidos aficionados, cochero el uno y pintor el otro, y otro novillo lidiado por los capitalistas que gustasen bajar a torearlo.

Nada ocurrió digno de reseñarse durante la lidia del primer toro, que murió merced a la maestría del conocido cochero encargado de su ejecución.

Tras del primero – como es natural- salió el segundo que fué “martirizado” por toda aquella pléyade de astros coletudos, hasta que, llegada la hora fatal, largó el pintor su brindis y con aire de héroe se aproximó a la fiera, toreándola con el “calor” propio de la sangre torera que “hervía” en sus venas y con la “frescura” natural de quien no se inmutaba a pesar de las herejías que con el pincho comenzó a realizar.

Pinchazos y estocadas a gusto de todos, menos el infeliz bicho, que sufría resignado aquella interminable serie de puñaladas, que le llenaron la piel de mayor número de señales que si hubiera pasado la viruela.

La fiera se decidió a bien morir, y refugiándose en un burladero, bajó la cabeza, como indicándole al pintor el sitio más seguro para que el diestro terminara el asesinato. Entonces, el espada colocó el arma mortífera en el cabello del infeliz cuadrúpedo, y forcejeando como quien barrena una cantera, metió medio estoque en la nuca del animal, que cayó patas arriba.

Las penosas emociones de los espectadores, se trocaron entonces en gritos de entusiasmo, en aplaausos y en cigarros. Todos llamaban al pintor; todos le estrechaban las manos; y él, gozoso y triunfante, saboreando aquella ovación dejando ver en su fisonomía el inefable placer de que estaba poseído.

Mientras tanto, ataron al toro al tiro de mulas, y partieron veloces hacia el desolladero. Pero de repente ¡oh portento!, ¡oh asombro!, ¡oh maravilla!, el cadáver pegó un bote y poniéndose de pie apretó a correr tras de las mulas que lo arrastraban, llevando colgada la cuerda con la que era conducido.

Cuando “resucitó el muerto”, el pintor se encontraba de espaldas, recogiendo las palmas, que tal vez en son de guasa le dedicaban sus paisanos, y al oir el grito de emoción que lanzaron los espectadores, volvió la cabeza y sin saber lo que le ocurría, cayó desvanecido, pasando a la enfermería, donde, presa de nerviosa convulsión, ofreció no volver a pretender eclipsar ningún astro de los que por entonces relumbraban en el firmamento taurino.

El efecto que la “resurrección” del astado causó al público, no puede describirse, pero mucho menos puede darse a conocer el sentimiento de espanto que se apoderó del pintor, quien horrorizado del suceso, no quiso aceptar el ofrecimiento que se le hizo de regalarle la cabeza del extraño toro, que fué poco después “muerto para siempre” a balazo limpio.

Y aquí terminar, lector;
me lo cuenta y lo cuento.
Si es verídico mejor,
si no es cierto... lo lamento


CORRESPONDENCIA
S. A.-Bilbao.
En 1904 no toreó Mazzantini en San Sebastián, pues realizó una corta temporada, firmando corridas en plazas de tan poca importancia como Toledo, Astorga, San Martín de Valdeiglesias y Santa Olalla.

Las plazas de de más nombre, donde toreó aquel año, fueron Barcelona y Valencia, terminando la temporada habiendo vestido el traje de luces once tardes y dando muerte a veintiséis toros.


M. A.-Bilbao.
Tomás Alarcón “Mazzantinito” tomó la alternativa en Madrid el 23 de abril de 1905 de manos de Rafael Molina “Lagartijo II”, matando toros de Vicente Martínez.


* * *

F. P.-Bilbao
El 21 de junio de 1905 actuaron en Madrid, con toros de Gregorio Campos, los diestros Quinito, Pastor y Manolo Torres “Bombita”.


* * *

Z. M.-Bilbao.
El 27 de mayo de 1910 actuaron en San Sebastián los espadas Algabeño y Machaquito, con toros de Moreno Santamaría.

El organizador de dicha fiesta fué don Federico Ferreirós.


ANTONIO GARCIA
“BOMBITA”

El hoy banderillero Antonio García “Bombita IV” nació en Tomares (Sevilla” el año 1891, y a esto, sin duda, obedece su apodo, pues en el mismo pueblo nacieron los espadas que ostentaron el mismo.

Bueno será advertir que primeramente se apodó “Rubito”, al formar pareja en una cuadrilla juvenil con un tal Prjanero, cuadrilla que se deshizo tan obscuramente como se formó.
Mucho tiempo transcurrió sin que Bombita IV hallara acomodo: como novillero no conseguía destacar; lo que trabajaba de banderillero pasaba inadvertido; rodaban los años y nuestro hombre tenía motivo paa que se le fueran secando las ilusiones; pero cáXate que el año 1918 se incorpora a la cuadrilla de Manolo Belmonte, cuando éste era todavía novillero, y que toreando con él hasta que tomó la alternativa consigue desarrollar sus aptitudes y darse a conocer como peón y banderillero aventajado.

El relieve que adquiere le permtie ingresar en la cuadrilla de Sánchez Mejías, en la que permaneció los años 20, 21 y 22, y obtener la reputación que disfruta.

Retirado Ignacio al final de la temporada de 1922, se ve separado nuestro biografiado de la Sociedad de Banderilleros por un incidente ocurrido en una charlotada celebrada en Sevilla, ¿y qué hace? cuelga los rehiletes y se dedica de nuevo a novillero, presentándose en Madrid como tal el 5 de abril de 1923, alternando con Gavira y el Andaluz en la lidia de seis astado sde don Anastasio Martín.

Se habló mucho de esta debut por las circunstancias en que se ejecutó, pues declarados en huelga los subalernos de Bombita IV días antes de actuar en tal novillada fué agredido en Madrid, tanto es así que salió a torear en tal plaza la tarde mencionada llevando vendadas la cabeza y una mano.

Toreó aquel año como novillero, aunque no mucho, y se agarró de nuevo de los palitroques, ingresando en la cuadrilla de Manuel García “Maera”; muerto éste en diciembre de 1924, en la temporada siguiente toreó a las órdenes del rejoneador Cañero algunas corridas, para volver a incorporarse a la cuadrilla de Sánchez Mejías al reaparecer éste en los ruedos, en la que permaneció todo el año de 1926.

En 1927 tuvo por jefe a Rafael el Gallo y Rayito; en 1028 al Niño de la Palma –hasta al retirada primera de éste en julio de tal año.-; luego a Gitanillo de Triana, Manolo Bienvenida, etcétera, y en la actualidad a la de Pascual Márquez.

Ha realizado cuatro viajes a Méjico y dos a Lima y ha sufrido varios percances, como puntazos y fracturas de una clavícula y una costilla, pero el más importante de todos fué la cornada grande de Madrid el 15 de agosto de 1923. Se lidiaba una novillada de Miura y los espadas eran Francisco Checa, Corea Montes y Bombita IV. Al salir el tercer toro, se hincó de rodillas Antonio García para dar el cambio y fué cogido de lleno y lanzado a gran altura, recibiendo una cornada muy grave en el muslo derecho, con dos trayectorias.

En la actualidad Bombita IV goza de justa fama, por ser un fácil y buen banderillero y excelente peón de brega.

LUIS.
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